El hijo del enterrador

No entiendo a las mujeres que traen ‘el vestido de novia en la cajuela’.

Nunca tuve una estufa de juguete, ni casé en una ceremonia elegante a Barbie y a Ken. Escribí sobre muchos amores platónicos en mi diario de adolescente, pero nunca jugué a transformar mi nombre en ‘Lylh de Alguien’.  Tal vez era que el ambiente hostil en mi hogar no mostraba al matrimonio como el estado ideal del ser humano, o simplemente tenía cosas más divertidas con las cuales jugar.

Curiosamente, y para envidia de muchas, fue a la tiernísima edad de 15 añitos que me hicieron la primera de muchas proposiciones de matrimonio.

El hijo del enterrador era el clásico chico preparatoriano que lo tiene todo. Como su nombre lo indica, su padre era dueño de muchas agencias funerarias para muertos ricos, lo que le permitía pasar de una escuela carísima a otra si reprobaba los exámenes o simplemente se aburría del ambiente. Al fin y al cabo, el negocio de su padre pagaría las cuentas mientras la gente se siguiera muriendo.

Despechada como me encontró, fui presa fácil de un ‘buen prospecto’. Me llevaba flores cada tercer día (tal vez era costumbre macabra de familia) y pasaba por mí a la prepa en un Spirit verde. A esa edad era un triunfo tener novio con coche y todo, pero era tan feo que no podía yo presumir de nada, mucho menos cuando se le ocurría ponerse pupilentes verdes (es en serio :S ). Pero en fin, era buena gente (jajaja, ¡por lo menos!).

Con el futuro resuelto -pasar de ser El hijo del enterrador a ser Don enterrador era sólo cuestión de tiempo- tuvo la brillante idea de proponerme (con velas, violines, rosas y arrodillamiento incluidos) un futuro que incluía 3 hijos muy feos y camioneta antes de los 20. Creo que no hace falta mencionar que la idea no me resultó atractiva en lo absoluto. Y esa simple proposición, aderezada con la reaparición de El psicólogo acosador, hizo que saliera huyendo mientras más lejos mejor, no sin antes reírme a carcajadas de su buena puntada.

Todavía faltaba algún tienpo para que el número 1 llegara…

Esta entrada fue publicada en Lylh y etiquetada , . Guarda el enlace permanente.

Deja un comentario